A nada de que concluya la temporada de la NFL, suenan muchos nombres a llevarse el premio al MVP de la liga.
Sin duda, el favorito de las apuestas es Patrick Mahomes, mariscal de campo de los Jefes de Kansas City. En su segundo año en la NFL, el joven mariscal de los Chiefs sumaba 3,150 yardas, 31 pases de touchdown (13 de ellos en sus primeros tres juegos, rompiendo la marca que estableció Peyton Manning en 2013) y un índice promedio de 117.4 en los primeros 10 juegos del año.
Otro favorito al galardón es Drew Brees. El QB sumaba 2,601 yardas, 21 envíos de anotación y solamente una intercepción (ante los Vikings) en sus primeros nueve juegos de la temporada. Además, este año el jugador de Nueva Orleans se metió en “club de los 500”, arribando a medio millar de pases de anotación.
También se encuentra Andrew Luck, quien demostró que es la diferencia entre la campaña 3-13 y una oferta de playoffs. Deshaun Watson demostró cual es la diferencia entre un resultado de 1-9 y el título de la AFC Sur.
Philip Rivers ganó 12 juegos en 2018 y fue recompensado por sus esfuerzos con un juego de comodines en contra de los Ravens. La horrible actuación del veterano ante Baltimore en Los Ángeles saboteó sus escasas esperanzas de MVP en 2018.
Ahora, si hablamos de “calidad” en el emparrillado, el mariscal de los Patriotas de Nueva Inglaterra, Tom Brady, es la opción segura por la casa al ser finalista en el Super Bowl y llevar a su equipo a esta instancia, luego de caer en marcador frente a Kansas y levantarlos en 44 segundos en el reloj. También, durante esta campaña, el nacido en San Mateo, California, juntó 29 touchdowns, 11 pases a la zona prometida para 4,355 yardas, siendo su mejor actuación ante el favorito de la casa, Mahomes II, a quien superó con una anotación que le valió el pase a los New England al Súper Tazón 53 en Atlanta. En temporada regular, el egresado de la Universidad de Michigan sumó un total de 7.6 yds por pase, por lo que podría catalogarse como uno de los mejores mariscales de la historia de su equipo, sí consigue su sexto anillo de SuperBowl, en la era de Bill Bellichick.
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