El enfrentamiento histórico que sostuvieron Checo Pérez y Fernando Alonso por el tercer lugar en el Gran Premio de Brasil quedará en los libros de la F1
Fernando Alonso y Sergio Pérez firmaron en el Gran Premio de Brasil un clásico instantáneo que quedará en los archivos de la Fórmula 1 como una lección de pilotaje, bravura y limpieza.
Alonso, piloto de Aston Martin, dio en el Gran Premio Brasil una muestra de por qué es el piloto más inteligente, táctico y dotado de su era, además de todavía uno de los mejores a sus 42 años. El español se fajó con Sergio ‘Checo’ Pérez en un duelo estratégico, pero lleno de manos. Durísimo, pero limpio que en la pista mantuvo al mundo del deporte motor en un profundo suspiro que nos hizo aguantar la respiración durante minutos.
Peleaban por el tercer lugar, pero parecía que lo hacían por un título del mundo. Curva a curva, vuelta a vuelta, frenada a frenada, ápex a ápex, la batalla que inició en el giro 26 de los 71 a que fue pactada la carrera se convirtió en el foco de atención ante un Max Verstappen que casi tenía ‘cantada’ la victoria y un Lando Norris que tenía una cómoda ventaja en el segundo sitio.
En términos boxísticos, lo de Alonso y Checo Pérez fue como un primer round entre Marvin Hagler y Tommy Hearns o un Barrera vs Morales o incluso un Pacquiao vs Márquez. Se dieron con todo, trataron de derrumbar al otro con honor, fiereza y, al final, el ganador se llevó la gloria con la satisfacción de haberlo hecho ante un gran oponente. El vencido, con un agridulce sabor por quedar detrás, pero en la más digna y épica de las escaramuzas.
La diferencia sobre la meta fue de 0.053 segundos, es decir 53 milésimas de segundos, una sexta parte de o que tarda en realizarse un parpadeo humano, tres aleteos de colibrí y billones de veces lo que tardamos en pensarlo.
¿Cómo aguantar a un Red Bull durante 17 vueltas? Así se podría llamar el libro que Alonso escribió el domingo 5 de noviembre en Sao Paulo. ¿Cómo? Con el trazo preciso con la frenada delicada y la salida de las curvas con más agarre que nadie más podía haberlo hecho.
Mientras Checo Pérez atacaba los lavaderos del circuito Carlos Pace, Alonso dibujaba ancho el ángulo de las curvas para encontrar esa armonía y tracción que lo mantuviera a más de cinco décimas del tapatío al llegar a la recta, muy corta donde el DRS podía ser defendido.
Alonso jugó a la perfección con la carga de energía de su batería y la forma de aplicarla justo en la subida de la curva para contrarrestar el poderoso DRS del Red Bull.
Resultó impresionante cómo Aston Martin logró dar de nuevo un monoplaza competitivo a Alonso y Lance Stroll.
Final de fotografía, menos de un auto de diferencia, pero el esfuerzo del mexicano quedó ahí.
“Fue muy intenso, las últimas 5 vueltas, no sé de dónde venía el paso del coche”, dijo Alonso sorprendido. “Hubo mucho respeto y buenos movimiento. Dimos un buen show”.
“Fue una gran batalla con Fernando. No creo que muchos pilotos puedan hacer ese tipo de maniobras. Fue muy divertido. Muchos pilotos pueden aprender de eso, de cómo debe hacerse, la manera en que peleamos, muy limpio”, señaló Pérez.
Los libros de texto de la F1 tienen algo con que ilustrar la palabra “correr”, pero bien podría entrar en la L del diccionario junto a “limpieza”, aunque no tendremos que esperar demasiado para agregarlo al apartado de los “clásicos”.
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